El mar volvió a sorprendernos. Esta vez, frente a las costas de Mar de Ajó, una ballena fue avistada por un grupo de pescadores que, cámara en mano, registraron la escena con la emoción de quien sabe que está frente a algo extraordinario.

Pero para quienes vivimos y trabajamos en la costa, ya sea como periodistas, comunicadores o vecinos atentos al pulso del mar, sabemos que estos sucesos, aunque siempre mágicos, no son del todo infrecuentes. Las aguas del Atlántico argentino reciben, al menos una o dos veces al año, visitas que conmueven: lobos marinos que descansan en la playa, pingüinos extraviados que llegan por corrientes frías, tortugas gigantes que se arriman a la orilla -algunas para seguir su camino, otras tristemente para dar su último aliento-, y sí, también ballenas.

El avistaje registrado en las últimas horas no solo emocionó a quienes lo vivieron, sino que también recordó que nuestro entorno natural es parte de nuestra identidad. Tal como lo expresan los propios pescadores, "esta es nuestra oficina", y en ella los paisajes traen postales inesperadas, como esta: una ballena saludando desde el horizonte.

Estas apariciones forman parte del equilibrio marino y también de nuestra vida costera. El mar nos habla, y a veces, como esta vez, lo hace a través de gigantes.