Por: Infomedio
13 de mayo de 2025
BUENOS AIRES - Una ciudad silenciada por la nieve tóxica. Una invasión que apenas se muestra, pero se siente.
La adaptación de El Eternauta, dirigida por Bruno Stagnaro y producida por Netflix, no solo resucita una obra de culto de la historieta argentina, sino que lo hace con una apuesta estética poderosa: narrar el miedo desde el sonido. La serie ofrece una experiencia auditiva tan potente como su relato visual.
La atmósfera sonora: una Buenos Aires que habla desde el vacío
El diseño sonoro de la serie rehúye de los códigos tradicionales del género apocalíptico. No hay estridencias ni sobresaltos constantes. La tensión se construye con el silencio, los ecos, el viento blanco constante y los ambientes urbanos congelados.
El resultado: una sensación de amenaza latente que se respira más allá de la imagen.
"Lo más desafiante fue lograr que el sonido no acompañe simplemente, sino que cuente. Que diga lo que no se ve", explica Martín García, diseñador sonoro con dos décadas de trayectoria en cine argentino.
La nieve como criatura: cuando el enemigo no ruge, pero suena
En la historieta, la nevada es letal. En la serie, también suena así. Lejos de replicar sonidos realistas de nieve, el equipo técnico recurrió a capas de materiales como papel celofán, cristales quebrados ralentizados y reverberaciones digitales para lograr una presencia sonora perturbadora.
"Es una nieve que mata. No podía sonar natural, sino alienígena, extraña, y eso implicó diseñarla como si fuera un personaje más", detalla García.
Criaturas sonoras: los Ellos, los Cascarudos, los Manos
Cada entidad invasora tiene una identidad auditiva propia.
Los Cascarudos emiten una vibración grave que se percibe físicamente, más que auditivamente.
Los Manos, en cambio, hablan un lenguaje fonético creado con glosolalias digitalizadas e invertidas, generando un efecto inquietante y único.
Este nivel de construcción sonora es inédito para una serie argentina y equiparable al trabajo de diseño en producciones internacionales como Dark o The Last of Us.
Una ficción nacional con estética global
El sonido no solo da realismo. Le otorga escala. El Eternauta tiene una factura técnica que compite con grandes producciones de ciencia ficción, sin perder el ADN argentino.
Los acentos porteños, el ambiente urbano conocido y la crudeza emocional conviven con una estética audiovisual sofisticada.
"Este es un punto de inflexión para la industria local. Se puede hacer ciencia ficción de altísima calidad sin abandonar nuestra identidad", afirma García.
El mensaje que vibra más allá de la pantalla
El Eternauta original fue, entre otras cosas, una advertencia sobre los totalitarismos. Esta versión retoma ese espíritu y lo actualiza. Pero lo hace también desde lo sensorial. Cada sonido -una radio encendida, una respiración contenida, el roce de un traje protector- recuerda al espectador que la resistencia también se escucha.
El Eternauta es más que una adaptación. Es una declaración técnica y artística. Y desde su diseño sonoro, construye una Buenos Aires distópica que no solo se ve: se siente. En un país donde el arte siempre fue herramienta de memoria y denuncia, esta serie lo reafirma, una frecuencia a la vez.
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